El universo vibratorio de los cuencos tibetanos.

El universo vibratorio de los cuencos tibetanos.

En el universo todo vibra y también resuena, desde una hormiga a una catedral, desde un trozo de piedra hasta las células de nuestro cuerpo.

En eso se basa la sonoterapia. La utilización de aparatos que emiten un sonido o música, incluidas nuestras cuerdas vocales ha sido desde el inicio de los tiempos una práctica humana común para paliar distintas dolencias, para meditar o para entrar en trance y llegar a estados de conciencia expandida.

Los cuencos tibetanos han ganado una justa fama en occidente durante los últimos años. Se sabe que han sido utilizados en oriente durante cientos de años. Es probable que su origen sea el Himalaya. Sin embargo, la persecución y matanza de China sobre los monjes del Tibet y la destrucción de cientos de monasterios ha hecho perder la pista sobre su historia.

Los cuencos tibetanos son tazones de metal que contienen entre 7 y 9 aleaciones. Los hay hechos a mano y con molde. De acuerdo con su tamaño emiten un sonido diferente y pueden llegar a medir desde un metro hasta unos diez centímetros de diámetro. Los lados y el borde del cuenco vibran al ser golpeados o recorridos por un mazo o baqueta. El sonido de la percusión es el equivalente a una campana y el del recorrido por el borde una vibración sonora larga. La baqueta suele ser de madera y se recubre a veces de goma o algodón para producir sonidos más graves. No todos los cuencos admiten el llamado «batido» que es la fricción del mazo sobre el borde hasta que emita sonido. Sin embargo, todos admiten la percusión.

La combinación de percusión y batido de distintos cuencos en manos expertas origina ondas sonoras que producen una especie de masaje al resonar con la vibración del cuerpo humano. Esta resonancia positiva trae beneficios que pueden resumirse en:

  • Sedación del sistema nervioso.
  • Efecto antidepresivo.
  • Reducción o eliminación de la angustia.
  • Alivio del estrés y la ansiedad.
  • Eliminación de las contracturas musculares.
  • Descenso de la presión sanguínea.

Los dos últimos beneficios se obtienen al colocar el cuenco en contacto con el cuerpo y hacerlo vibrar.

A mediano y largo plazo la continuación de la terapia puede llevar a:

  • Aumento de la capacidad de concentración.
  • Mayor equilibrio psicológico.
  • Aumento de las defensas del organismo.
  • Mayor estabilidad mental y emocional.
  • Aumento de la seguridad personal y la confianza en uno mismo.
  • Reducción del insomnio y de la hiperactividad.

En el Racó de la Cristina no solo puedes acceder a la meditación y masaje sonoro con cuencos tibetanos, sino que te ofrecemos cursos y talleres para que puedas iniciarte en esta práctica.

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